Blog
16 de enero de 2024
Paula San Luis Directora CaixaBank Dualiza
El reto está a la altura de la ambición, porque implica una mayor exigencia de muchas pequeñas y medianas empresas que hasta ahora no encuentran una motivación suficiente en asumir esas tareas.
En los próximos meses afrontaremos uno de los mayores cambios que como sociedad hemos vivido en nuestro sistema de Formación Profesional, con la aplicación definitiva prevista para este año de la Ley orgánica de integración del sistema de Formación Profesional.
Una ley que nace con la vocación de dualizar todo el sistema de enseñanza y hacer aún más ágil una formación que ya se caracteriza por responder de modo inmediato a las necesidades del mercado.
No es este un comentario para desgranar cada uno de los cambios, cuyo contenido pueden encontrar en la propia ley, en el decreto para su desarrollo, o en los resúmenes realizadas por el equipo de CaixaBank Dualiza en www.caixabankdualiza.es, sino que aprovecharé este espacio para plantear algunos de los principales retos que deberá afrontar la ley si queremos que su implementación sea un éxito.
Y creo que habrá consenso al señalar que, entre todos los desafíos venideros, el principal será la capacidad para implicar a la empresa en el proceso de aprendizaje, ya que de ello depende una gran parte del triunfo o el fracaso de la normativa.
Primero porque esas empresas se harán cargo de una parte de la tarea formadora y segundo porque dualizar la formación equivale encontrar compañías que den acogida al millón de estudiantes que actualmente se encuentran matriculados en FP. Por poner en contraste, los estudiantes que realizan actualmente el módulo de Formación en Centro de Trabajo no llegan al medio millón.
El presidente de nuestra fundación, José Ignacio Goirigolzarri, ha repetido en múltiples foros la necesidad de una mayor implicación de la empresa en tareas formativas y ahora es el momento en ver qué grado de compromiso esperan adquirir.
El reto está a la altura de la ambición, porque implica una mayor exigencia de muchas pequeñas y medianas empresas que hasta ahora no encuentran una motivación suficiente en asumir esas tareas.
Las soluciones son múltiples, desde hacer partícipes a las organizaciones empresariales para facilitar la implementación a realizar acciones que permitan visibilizar y acercar los beneficios que supone para una empresa el incorporar la FP dual como vía de captación y retención del talento ajustado a sus necesidades, pero el diagnóstico es único: el reto es un reto social.
Porque como sociedad tendremos que acompañar este proceso de transición haciendo ver que ese compromiso que muchos concebirán como un esfuerzo es una inversión en la formación del talento del mañana, una adaptación de los perfiles que se incorporarán a las plantillas, y una posibilidad de acelerar la entrada de muchos jóvenes al mundo laboral.
Sin embargo, la búsqueda de nuevas empresas y el logro de una mayor implicación de las mismas en el sistema no será el único reto que planteé la nueva normativa. Junto a ello, tendremos que afrontar otras dificultades como la reorganización de la oferta educativa, que ahora se configurará en grados y niveles de profesionalidad, o el registro de los estudiantes en la Seguridad Social.
Desaparecerán módulos que nos eran familiares y se incorporarán otros nuevos, como Itinerario Personal para la Empleabilidad, Sostenibilidad aplicada al sistema productivo o Inglés profesional.
Y llegan nuevas figuras como los docentes colaborativos, que posibilitarán acercar aún más el mundo de la empresa a las aulas.
Como decimos, el cambio del sistema es profundo, respondiendo a muchas de las críticas arrastradas en el pasado. Pero cometeremos un error si pensamos que el éxito o el fracaso del mismo será un éxito o fracaso solo de la comunidad educativa.
Porque si algo busca el sistema es precisamente sacar la FP de las aulas para implicar en la formación de nuestros jóvenes a toda la sociedad.
El reto, por tanto, es un reto conjunto y cada uno habrá de asumir su parte para conseguir un compromiso que condicionará nuestro futuro. De él dependerá que nuestros estudiantes de hoy sean mejores profesionales mañana, que su formación responda de un modo exacto a los requerimientos del mercado, y que aquellas vocaciones que no encuentran su camino puedan hacerlo de un modo sencillo.
Pero también se probará si este es o no el camino necesario para conseguir superar algunos de males endémicos que se prolongan en nuestras aulas, como el fracaso escolar o la brecha de género persistente en determinados ciclos.
En este camino, sepan que contarán con el apoyo de CaixaBank Dualiza, desde nuestra apuesta por la educación como el elemento más cohesionador de la sociedad, y desde la convicción de nuestra Formación Profesional ha de ser uno de los pilares sobre los que se construya nuestro futuro.